Reflexión ante dos generaciones de colombianos perdidos
Por Francisco Flórez Vargas
Los jóvenes colombianos, y sus padres, son víctimas inconscientes de un establecimiento económico y político que destruyó el antiguo orden cristiano en que se formaron sus abuelos. Tal orden fue reemplazado por un depredador sistema capitalista, que bajo apariencias amables y charlatanerías cursis los despojó de sus lazos religiosos, patrióticos y familiares a cambio de una cultura popular chatarra, con valores tan vacíos como los jóvenes mismos: unos egoístas individualistas carentes de vínculos amorosos que den sentido a sus vidas.
Las generaciones actuales se creen las más libres de la tierra por tener aparatos tecnológicos de última moda y poder dar rienda suelta y sin freno a sus apetitos sexuales. Sin embargo, son en realidad esclavos físicos de empleos odiosos en que los explotan por miserables sueldos; son cautivos espirituales de sus más bajas pasiones.
